El rol de la empresa hacia un nuevo capitalismo

El capitalismo es un concepto conocido desde la Antigüedad y que ha ido sufriendo cambios desde la Baja Edad Media. Con la Revolución Industrial, La II Guerra Mundial y otros acontecimientos de gran trascendencia en la sociedad se ha ido transformando de forma progresiva.

En la actualidad, el capitalismo se debe entender como una práctica fundamental orientada hacia un carácter “mucho más social”, teniendo en mente la posible repercusión impactada en diferentes grupos de interés como los consumidores, los proveedores, o la propia sociedad en su conjunto.

Uno de los modos de focalizar el modo de actuación y desempeño del capitalismo estaría alineado con los Objetivos de Desarrollo Sostenible 2030, los cuales afrontan un conjunto de retos primarios y mundiales que fomentan una dedicación y mejora con respecto a los factores medioambientales, tecnológicos y sociales.

En la siguiente imagen podemos observar la descripción y objetivo de cada uno de los 17 objetivos implantados:

Imagen 1: Objetivos de Desarrollo Sostenible 2030

Uno de los temas con gran presencia en la reunión perteneciente al On the Edge II estaba relacionado con la exclusión social. Desde esta perspectiva podemos identificar como esta práctica todavía presente en muchos países supone una rotura de los lazos del individuo con la sociedad, lo que implica dejarles fuera del sistema. Además, ello conlleva un gran impacto social-económico debido a que es el propio sistema el que origina la creación de estas personas en parásitos sociales, quedando de este modo sin forma ninguna de aportación a la sociedad y a la economía mundial.

Por esta misma razón son muchos los colectivos que hoy en día trabajan exhaustivamente o ayudan de manera voluntaria con el fin de alentar este tipo de situaciones perjudiciales para la sociedad, y que deberían integrar colaboraciones de un mayor número de compañías.

En la actualidad, la población joven es consciente que las empresas no tienen que corresponder únicamente a sus clientes, sino prestar amplia atención y servicio a la totalidad de sus grupos de interés. Así mismo conseguirán una mayor fidelización, satisfacción e identificación positiva con la marca que abarcará todos los colectivos participantes de su cadena de valor y de la actividad del negocio. En esta línea, introduciríamos el concepto denominado ISR, es decir, las inversiones socialmente responsables derivadas de las organizaciones, cada vez vistas con mayor frecuencia.

Qué es la inversión socialmente responsable y cómo se aplica
Imagen 2: Inversiones socialmente responsables

Al mismo tiempo, incorporamos un término muy relativo a lo recientemente mencionado, la consumocracia. Dicha expresión moderna se traduce como el análisis, validación y aceptación que hace un cliente acerca del trayecto hasta que llegue su producto o servicio solicitado o requerido.

Este tipo de hábito cada vez es más frecuente en la mayoría de los consumidores, siendo específicamente un 85% de los españoles lo que estarían dispuestos a pagar un precio más elevado por un producto concreto, siempre y cuando su proveniencia esté relacionada con un canal de producción y distribución responsables y ofrezca adicionalmente un mayor uso sostenible.

Actualmente, este tipo de adquisición de productos/servicios es lo que denominamos “compra inteligente”: la cual abarca el conglomerado de características de calidad, precio y sostenibilidad en cualquier oferta empresarial. Precisamente para poder llegar a obtener estas cualidades en la propuesta de una marca, deben estar comprometidos e implicados la totalidad de stakeholders para posibilitar dicho cambio social.

No obstante, si bien pretendemos fomentar este tipo de conciencia desde las edades más tempranas para posibilitar luego su correcta implementación a la hora de trabajar en las empresas, deberemos priorizar una educación fundamentada en valores, incluyendo las diversas formas de aprendizaje primario como es puede ser la impartida y comunicada por la familia, por la escuela o más cercano a la edad adolescente en las universidades.

A su vez, podemos agradecer la actividad desempeñada por los voluntarios considerando que el número de ellos en España se incrementa cada año, y que la labor social que realizan aporta una gran ayuda en la educación de algunos grupos desfavorecidos que no han tenido la oportunidad de acceder a esta formación inicial.

Imagen 3: Aumento del número de voluntarios en España

Por último, a pesar de considerar la inversión en los jóvenes desde edades tempranas como una de las metodologías esenciales, se deberá fomentar el desarrollo de las acciones de “ser y hacer” en detrimento de las de “parecer”, con ello identificaremos de forma más visible las demostraciones de empresas sostenibles a diferencia de otras que basen sus ideales únicamente en el discurso de la marca. Adicionalmente será imprescindible el entendimiento del Estado como Grupo Emprendedor para el fomento de las infraestructuras sociales, así como para la unión del propósito y el activismo disruptivo de las empresas.

Bibliografía:

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